La Generación Z está mudando la conversación

Para captar a la Generación Z, los medios deben considerar contenido real, breve y espacios privados de debate. Quien aporta, es bienvenido.

Redes SocialesJeremías G. RuizJeremías G. Ruiz
Generación Z
Generación Z

Si tratamos de seguirle el rastro a la audiencia más joven en Twitter, Facebook o incluso Instagram, la escena se parece a una fiesta a la que llegamos tarde: luces encendidas, música a medio volumen y apenas unos pocos rezagados. No es que los centennials hayan abandonado por completo las redes “abiertas”, pero cada vez publican menos en público y pasan más horas charlando a puerta cerrada en Discord, Telegram, WhatsApp o los “Close Friends” de Instagram. Gartner ya avisó que la mitad de los usuarios en todo el mundo va a reducir drásticamente o directamente abandonar su presencia pública antes de que termine 2025, y lo atribuye al cansancio que generan la desinformación, el hate y los bots que infestan el feed.

Ese movimiento se nota con especial claridad en Discord. La plataforma, que nació como un chat de gamers, superó los 200 millones de usuarios activos mensuales en 2023 y mantiene el ritmo de doble dígito de crecimiento, impulsada casi por completo por menores de 25 años. Las estimaciones más recientes incluso proyectan que la base total de cuentas podría acercarse a los 650 millones antes de que acabe 2025. No sorprende entonces que cada vez más colegios, clubs de fans y, sí, redacciones juveniles de medios independientes prefieran montar ahí sus cuarteles de conversación.

¿Por qué este éxodo silencioso?

Varios estudios apuntan a la ansiedad que produce exponerse al juicio público constante. Casi la mitad de los adolescentes estadounidenses —48 %— describe las redes abiertas como un lugar “mayormente negativo” para la gente de su edad, un salto de 16 puntos respecto de 2022. A eso se suma el deseo de controlar quién ve qué y cuándo, algo que los chats cifrados, los canales sólo por invitación y los círculos reducidos permiten con mucha más facilidad que un muro público regido por algoritmos impredecibles. En palabras de un focus group citado por Bridge Ratings, “en Discord soy yo quien decide quién entra; en Instagram el algoritmo decide quién me ve”.

El fenómeno no se limita a Norteamérica. Comscore y otros medidores de tráfico advierten que, en varios mercados europeos, Discord y Reddit ya rivalizan con Facebook entre los menores de 24, y en el Reino Unido los mensajeros privados suman más minutos diarios que cualquier app social tradicional. Y aunque TikTok mantiene el liderazgo como escaparate creativo, hasta la propia ByteDance está potenciando los “Group Chats” para no perder a quienes buscan intimidad sin renunciar al scroll vertical.

¿Qué significa todo esto para las redacciones digitales?

Primero, que el conteo clásico de pageviews y followers empieza a quedarse corto. Los enlaces viajan de móvil a móvil dentro de chats donde las herramientas de analítica tienen poca visibilidad; si el medio no etiqueta bien sus URLs o no genera formatos “listos para copiar y pegar”, simplemente no aparece en la conversación. Segundo, que distribuir contenido ya no es sólo “publicar y rezar al algoritmo”: hace falta meterse donde el lector está hablando, y eso implica crear bots de alerta en Telegram, servidores temáticos en Discord o newsletters que aterricen en la bandeja de entrada de Gmail antes de que los filtros antispam hagan de las suyas. Tercero, que la moderación se vuelve más artesana. En un servidor privado la figura del community manager no es un guardia de seguridad sino un anfitrión de confianza; su tono, su cercanía y su transparencia importan tanto como la noticia que comparte.

También cambian los modelos de negocio.

El tradicional banner display se difumina porque, sencillamente, no existe espacio publicitario en una sala de chat cerrada. En su lugar empiezan a aparecer patrocinios de servidores (“este canal de música lo presenta X marca de auriculares”), bots con descuentos exclusivos y colaboraciones con micro-creadores que actúan como embajadores dentro de grupos muy segmentados. Para los medios, abrir la puerta a estas fórmulas exige creatividad, pero ofrece algo que el feed masivo ya no garantiza: atención plena de un público que decidió voluntariamente estar ahí.

Así que, si dirigís un portal de noticias y queréis seguir siendo relevantes para la Generación Z, tal vez el primer paso no sea redoblar los esfuerzos en Facebook sino preguntarse cuántos clics de nuestros artículos llegan realmente desde un enlace compartido por WhatsApp. A partir de ahí, pensar en la experiencia que das fuera de la portada: ¿es fácil suscribirse a un canal de Telegram que resuma el día? ¿Existe un servidor de Discord donde los lectores más entusiastas puedan debatir con la redacción, sin trolls y con normas claras? ¿Ofreces un “texto corto” que condense la noticia en dos frases para pegarla al vuelo? El futuro inmediato se parece menos a un estadio lleno y más a una docena de salas privadas con sofás cómodos. Quien toque la puerta con respeto y aporte valor, será bienvenido. Quien siga gritando en la plaza vacía, se quedará escuchando su propio eco.

Más para ti ⚠
Más visitado

Enviamos una vez a la semana con los nuevos artículos